[ Pobierz całość w formacie PDF ]
una fuerza que hubiera roto cualquier otra cosa menos fuerte que el vitrilo . ¿Es que
quizá quieren hacer lo mismo con nosotros? rezongó . ¡No, por mi eterna
condenación! vació el último whisky . Eso quiere decir que antes les veré en el
infierno... ¡Aunque los tenga que arrastrar tras de mí!
El vaso se estrelló belicosamente contra la cubierta.
20
El lugar de la cita aparecía en los catálogos técnicos. Escudriñando sus unidades de
memoria estándar, el computador de la nave informó a Van Rijn de que este sistema
había sido visitado una vez, hacía casi un siglo. Una investigación de rutina no reveló
nada de interés y no constaba que nadie hubiese vuelto nunca allí. (No había nada,
excepto siete planetas, siete mundos con sus satélites y misterios, con vida sobre tres de
ellos y una especie en uno que había comenzado a cortar unas cuantas piedras para que
resultase más fácil agarrarlas, y a levantar la vista hacia el cielo nocturno haciéndose
preguntas a tientas.) Había tantísimos e incontables sistemas...
Yo podía haberte dicho todo eso dijo Thea.
¿Eh? Van Rijn se volvió, tan poderoso él mismo como un planeta, cuando ella
entró en el puente.
Su sonrisa era tímida, y sus intentos de mostrarse amistosa, torpes, por falta de
práctica.
Obviamente, no podíamos darte prisas sobre algo que no conocieses ya. Escogimos
un sol arbitrariamente, entre los que permanecen desiertos, dentro de lo que supusimos
que sería un volumen de espacio conveniente para los shenna.
Hum Van Rijn se retorció el bigote . No quiero resultar desagradable, pero
¿nunca has tenido miedo de que yo pudiera cogerte y sacarte el emplazamiento de
Dathyna?
No. La información sobre eso nunca me ha sido revelada. Sólo dos hombres, Latimer
y Kim, la conocen y recibieron condicionamientos muy profundos para no revelarla.
Su mirada viajó por las estrellas que, en aquella nave construida por no humanos,
aparecían como una cinta circundando el compartimento.
Puedo decirte lo que ya debes haber adivinado, que algunas de las constelaciones
están comenzando a parecerme familiares su voz descendió. Estiró ambos brazos
hacia adelante en un inconsciente gesto de anhelo . Ellos, los shenna, me llevarán a
casa. El mismo Moath puede estar esperándome. Eyar, wathiya grazzan tolya... Van Rijn
dijo tranquilamente, interrumpiendo su creciente éxtasis:
¿Y si no vienen? Dijiste que quizá no viniesen. ¿Qué harás?
Ella respiró profundamente, apretó los puños y, durante un instante, se irguió, la figura
más solitaria que él recordara haber visto nunca, antes de volverse hacia él. Sus manos
se cerraron sobre las de él, frías y con rapidez.
Entonces, ¿me ayudarás tú? suplicó. El fuego prendió en su expresión y retiró las
manos . ¡Pero Moath no me abandonará!
Dio media vuelta y se marchó de prisa.
Van Rijn contempló la estrella que brillaba débilmente allá delante y sacó su caja de
rapé, en busca del consuelo que aquello le pudiera proporcionar.
Pero su presentimiento de que Thea no tenía verdadero motivo de preocupación era
correcto. Al adentrarse en el sistema, la nave detectó emanaciones de una flotilla de gran
tamaño, a una distancia inicial que indicaba que aquellas naves habían llegado hacía dos
o tres días. (Lo que quería decir que habían partido de un punto a no mucho más de cien
años luz de distancia a menos que las naves shenna pudiesen viajar mucho más
rápidamente que las técnicas, y esto no era probable, porque, si los shenna fuesen unos
relativos recién llegados al espacio seguramente ya habrían encontrado exploradores ,
por no mencionar el hecho de que las frecuencias de los osciladores de hipervelocidad de
hoy estaban rozando el máximo permitido por la teoría de los quanta.) Casi en el instante
en que Van Rijn entró en su radio de detección, aceleraron. Algunos se dispersaron en
abanico, sin duda para asegurarse de que no habían sido seguidos. El resto se lanzó
sobre él. Una señal en código que los shenna debían haber aprendido de los esclavos
humanos, relampagueó. Van Rijn obedeció, pasó a estado normal, asumió una órbita
alrededor del sol y dejó que los alienígenas se estacionasen donde mejor les pareciese.
Reunidos de nuevo en el puente, ante el comunicador principal, los tres esperaron.
[ Pobierz całość w formacie PDF ]